Ya en Polanco el mediodía
y en Holanda madrugada,
muy ansioso en copas tintas
tanto canto y remembranzas.
¿Extrañas la bicicleta,
y el olor del cempasúchil?
¿Recuerdas aquellas huertas
o sembrarte me hizo inútil?
En cuerpos grises lo siento,
la extrañeza de los blancos,
que al largo de sorbos lentos
me pesan poblanos llanos.
Si tú te quiebras aquí estoy,
y en las íntimas ternuras
sin sanar del todo, ahí voy
a tu lluvia taciturna.
Adentrado en vinos te canto,
que apresuro tinta y pluma
a escribir de aquellos llantos,
a degustar de tus uvas.
De poco tiempo dispongo
y en verdad pienso ocuparlo:
lleno al borde el corazón
y me lo bebo de un solo trago.
Ya estoy pidiendo la cuenta,
y en mis cuentas pensativo,
malviviendo aquellas cenas
de mi Enero, el más maldito.
Hinchado la mira, mira
ansiando un solo beso.
Contento y ya sin bebida
Termino este calmo verso.